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viernes, 4 de febrero de 2011

Lotta 1

Bueno, a decir verdad esta es una historia que comencé hace siglos… cuando iba en la prepa a decir verdad como parte de un trabajo de literatura, y que tenía planeado seguir en algún momento pero el hecho de no tener algún crítico me quitó las ganas de plano, así que pensé en publicarlo y ver que tal le iba, así que acá va la primera parte, espero les guste y comenten ^^

Como notas adicionales en cuanto al título, es en italiano y su traducción sería lucha o batalla, la verdad que en ese momento no se me ocurrió nada mejor, soy malísima para los títulos ¬¬ y pues a pesar del inicio he de adelantar que no es para nada una historia escolar, es de echo “épica” o intento de mejor dicho, ahora si los dejo jeje


El viento mece lentamente las hojas de los árboles que cantan dulces melodías de verano; adornando un bello, pero lúgubre jardín cubierto de antiguas lápidas, a lo lejos puede observarse un pequeño y no obstante significativo número de personas; reunidas en torno a dos féretros a punto de ser sepultados. Una a una, las personas reunidas se acercan a una joven de largo cabello castaño, que se mece tristemente con el cálido viento veraniego; vestida con un sobrio vestido negro de largas mangas, con su rostro cubierto con un velo negro que ocultaba la tristeza de sus ojos; las personas la abrazan, le dicen unas palabras, le palman el hombro y se marchan. El número de personas reunidas va aminorándose cada vez más y más rápido, hasta que finalmente los féretros descienden a las entrañas de la tierra recibiendo el último adiós de las pocas personas restantes que llorando se alejan lentamente dejando a la joven acompañada únicamente por una mujer y un pequeño perro.

-Vayámonos ya, mañana tienes que ir a la escuela, no quiero que te desveles y llegues tarde- resuena la voz de la mujer como un trueno ante el silencio del camposanto.

-En verdad preferiría no ir tía Joanne- responde la joven con la mirada hacía el suelo y una débil voz que se confunde con el viento.

-Tonterías Alcira, vas a ir mañana a la escuela, la vida sigue y tu debes hacerlo igual, tu madre nunca te enseñó a tener carácter como se puede ver- reclamó la mujer con una autoritaria voz que heló por completo los pensamientos de la joven.

El día se hace cada vez más sombrío para Alcira desde la soledad de su habitación, en la que no puede hacer más que recordar todos los gratos momentos que pasó en compañía de sus padres, todos empañados por la sangre en que había culminado la semana anterior, al perderlos en un accidente ferroviario. Mira las sombras de lo que ha perdido y no puede hacer más que romper en llanto, esperando que el agua salada de sus lagrimas limpie ese dolor que siente, afuera comienza a llover y las gotas de agua resbalan en los cristales de las ventanas llamando la atención de Alcira, solo para ver su propio reflejo que le sonríe, idéntico pero diferente a la vez, grita con todas sus fuerzas, pero no oye nada, grita nuevamente y cae en su cama, sucumbiendo a un profundo sueño que la invade.

-¡Alcira niña! ¡Levántate! Como si no fuera suficiente el ocuparme de ti, ahora debo despertarte como si fuera tu criada. Ahora levántate, llegarás tarde a la escuela, y no quiero interceder ante tus maestros por tus faltas.- Suena la voz de su tía Joanne en sus sueños, débil; como el susurro del viento a través de las hojas de los árboles, igual que el día que recibió la fatídica noticia, desea despertar, pero no puede, solo puede ver su reflejo en un lago de agua cristalina, y oír un voz desconocida que la recibe con júbilo.

-Despierta, aún no es tiempo- Le dice la voz; que pertenece a un anciano del que solo puede ver su blanca barba.

-Si…si…-Es todo lo que los labios de Alcira pueden decir, al tiempo que abre lentamente sus grandes ojos verdes, que borrosamente ven un reloj, indicando que se le ha hecho tarde para llegar a la escuela, alarmada se apresura, toma rápidamente una ducha, se viste, y, sin probar alimento palmea la cabeza de su fiel acompañante y sale corriendo rumbo a la escuela. Una vez ahí, todos la miran con lástima, hecho que le desagrada y entristece profundamente.

-¡Alcira!- se oye una conocida voz en la lejanía, que la llama con alegría.-No creí que vinieras tan pronto, pensé que vendrías hasta la semana próxima, es decir; después de todo lo que has pasado…-continúa una joven de cabello negro, vestida de colegiala, al igual que Alcira, con unos libros en sus manos y una sonrisa triste en su cara.

-Sí, pero la vida debe continuar, y yo debo hacerlo igual- responde Alcira con una voz aún más triste que el día anterior.

-Ideas de tu tía creo yo, mira, que te parece si no entramos hoy a la escuela, a ti te excusarán los maestros, y de mi, pues no pasará de que llamen a mi casa. Lo que tú necesitas en este momento es un buen día de distracción- responde la joven delante de ella, con una voz un poco más despreocupada.

-¿Harías eso por mí, Tezca?- pregunta Alcira sonriéndole a la joven.

-¡¿Por supuesto, para que son las amigas?!- continúa la joven cada vez más animada.-Ahora vámonos antes que nos vea algún maestro-Termina, tomando el brazo de Alcira, apresurándose a la puerta de salida.

-¡Tezcatl! ¿A donde crees que vas?

-¡Chin! ¡Ya nos cacharon!-dice para sí misma encogiéndose de hombros y realmente sin esperar alguna respuesta-No te preocupes Alcira, yo me encargo- responde mientras que se acerca a la fuente del llamado-¡Señorita Adalia! Es raro verla por los pasillos-comenta mientras se va acercando a la mujer.

-Raro, ¿O será que arruiné tus planes Tezcatl?- responde la mujer, de no más de treinta años, vestida con un traje sastre de color azul oscuro, frunciendo pícaramente el ceño, a la vez que una sonrisa se dibuja en su cara, del color de la canela, mirando divertida a la joven que nerviosamente mueve sus manos en frente de ella.

-Pues verá maestra, le voy a decir por que se que me entenderá. Quisiera que nos ayudara, ya sabe que los padres de Alcira murieron hace poco, y pues ella ha estado un poco decaída desde entonces, por eso quiero llevarla a distraerse un poco y hablar, ¿no podría ayudarme maestra?- pregunta a la mujer delante de ella, en tono suplicante.

-Como podría negarme ante esos ojos de cachorro, y supongo que también le hablarás de eso, ¿no?- reclama la maestra Adalia, clavando sus negros ojos en Alcira, que distraídamente mira los anuncios en el panel de mensajes del pasillo en el que se encuentra –Le dolerá mucho, de eso estoy segura. Pero aún así es necesario que tú se lo digas, sería peor si lo descubre de alguna otra forma.

-Si, lo sé, desearía no tener que hacerlo, pero como usted ha dicho, prefiero que lo oiga de mis labios y de nadie más- responde Tezcatl, mirando hacia el cielo.

-Esta bien, ve con ella, levántale el ánimo, que buena falta le hace, no se preocupen por los maestros, yo hablaré con ellos para que no tengan problemas, ahora vayan, antes de que cambie de idea- añade la profesora palmeando la espalda de su alumna.

-¡Gracias maestra! ¡Nos vemos mañana en clase!- responde la joven, corriendo hacia su amiga, no sin antes chocar con varios de sus compañeros.

-En verdad, la vida de esa chica ha tomado un triste rumbo, espero que cambie nuevamente…- susurra la catedrática, mirando hacia una ventana cercana, con vista a un florido jardín.

-¡Vámonos Alcira!- Grita nuevamente Tezcatl, esta vez, llevando a su amiga hacia la puerta.

-¿Pero y la maestra?- responde la última, a duras pena, tratando de lograr la velocidad de su amiga.

-No te preocupes, ella nos va a cubrir, ahora ¡apúrate!- reclama Tezcatl, corriendo a lo más que daban sus piernas, en un afán de no ser vista por lo demás catedráticos. Una vez afuera, toman un pequeño descanso, tratando de recuperar la energía perdida durante la huída.

-Pensé que me arrancabas el brazo Tezca….- comenta en tono de reclamo Alcira, a duras penas, recobrándose del cansancio.

-No te preocupes, ahora vamos, ¿Quieres ir por un helado?

-A decir verdad, preferiría un café, si no te importa…

-Por supuesto que no me importa, además es una buena manera de sacarse el frío de la mañana- responde Tezcatl con una amplia sonrisa en su rostro.


y los dejo con un videito de una de las canciones que me ayudó a escribir esta parte (según recuerdo :


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